lunes, enero 21, 2013

Lo que cambia la cosa un punto

Mira tú qué gilipollez: un punto. Te lo pasas bien en el partido, haces pasos, juegas, haces pasos, sudas, haces pasos, tiras, haces pasos, pero ese punto… ese punto lo cambia todo. Que terminas un punto abajo y es como si el puto punto se te clavara en el corazón. Pero con el punto arriba, oiga, qué ricas saben después las cervezas, ¡las mejores de nuestras vidas! Una semana más.

MdL y los señores de enfrente, que iban de azul, jugaron un partido épico. Las defensas dominaron claramente y el tanteo se movía en registros de preinfantil. Sin embargo la intensidad era tanta que el público que abarrotaba en silencio las gradas estaba al borde del infarto.

Todo el encuentro transcurrió con gran igualdad en el marcador. Cuatro puntos de ventaja eran un tesoro casi imposible de conservar. A los arreones de los de azul sucedían las embestidas macabeas que lo mismo machacaban desde el triple que enviaban a Pablo, convertido en perro de presa, a robar mil y un balones. Que se perdieran después es algo que no vamos a andar explicando ahora. Minucias.

Así, se llegó al minuto final con dos puntos de desventaja, que parecían un mundo para un equipo al que, tradicionalmente, se le dan regular estas situaciones. Los contrarios, sin duda, esperaban la cuatro, mítica jugada macabea, único sistema que todos conocemos. Pero agazapado en la sombra, cual rapaz hambrienta de Félix Rodríguez de la Fuente, esperaba Ángel, astuto y resuelto, que decidió jugarse el tiro que nos dio la victoria. ¡Triple!


Lo que quedaba de partido se ventiló en una magnífica defensa, una cuatro, esta vez sí, un poco alocada, rebote en ataque y un intento final de Javi por hacer que perdiéramos el partido. Porque lo más lógico cuando quedan diez segundos y tu equipo va ganando de uno y no tienes problemas con el tiempo de posesión es, sin duda, tirarse otro triple. Para amartillar, claro.

Por suerte él mismo protagonizó un heroico robo, el balón volvió a manos macabeas y tras una falta desesperada el tiempo llegó a su fin. La victoria, como empieza a ser habitual, a nuestra buchaca.

Algarabía, jolgorio y risas para terminar en nuestro banquillo. Si fuéramos madridistas habría escrito gloria, honor y majestad. Pero es que no me sale.

Postpartido

El presidente / entrenador volvió al banquillo y lo hizo dirigiendo de la mejor manera posible. Magistral fue su desempeño, dotando al equipo en cada momento de lo que necesitaba. A pesar de eso se exigió su dimisión inmediata. Sigue sin venir con traje a los partidos. Eso estaba bien cuando éramos unos cualquiera, pero a unos serios aspirantes al título, con el doble de victorias que derrotas y con basketaverage positivo, no me jodas, hombre. ¡Ponte una corbata!

Javi culpaba al banquillo de su error. ¡Es que no me habéis dicho nada! Claro, y como te dicen nada, pues tú tiras. Ante esto, y por otras aventuras sucedidas en el partido, los pesos pesados del equipo acordaron reducir los mensajes que se mandan desde el banquillo. Se prohíben desde ahora las órdenes complejas. Es decir, aquellas que tienen más de una palabra. De hecho, el conjunto de órdenes permitidas para lo que queda de liga es el siguiente: Ataca, mata, sit y plas. No más. La orden “tira” es completamente superflua. Todos la tenemos interiorizada aunque sólo uno se lleve la fama. ¡…brones!

Fernando amenazado de suspensión

Corría el minuto… ni idea, la verdad, cuando Fernando embistió con poder y bravura a un rival (orden “mata”). Por desgracia, el rival estaba más duro que el rubito macabeo que salió seriamente dañado en su hombro derecho. La amenaza de suspensión sobrevoló de inmediato el Macabi Arena ante la posibilidad de que la contraria percibiese la nueva lesión. El fisio del equipo, tipo curtido, instruyó con rapidez a Fernando en múltiples modos de enmascarar una dolencia. La masturbación compulsiva fue la excusa elegida aunque, como todos sabemos, aparte de la evidente, suele ser el codo la parte del cuerpo que más sufre. Pero eso ellas, en principio, no lo saben.

Reglas NBA

Urge que dejemos de jugar en los entrenamientos con las reglas NBA. No sé si alguien se fijó pero en al partido nos pitaron unos pocos pasos. Digo "unos pocos" por rebajar la tensión. Debieron de estar muy cerca de diez las veces que nuestros incansables jugadores decidieron hacerse un trekking por la zona. Mesura, amigos míos, con el caminar. Reservemos nuestros pasos para las tardes con la familia y echemos el balón al suelo antes de empezar a andar. Acordémonos, después, de contar: uno, dos y ¡hop! arriba.


2 comentarios:

Manuel dijo...

Creo que te olvidaste de decir que hicimos unos cuantos pasos, pero por el resto todo bien :)

anam dijo...

Claro, Gus y Eljose se han aficionado al trekking y todo se pega. Ya veréis cuando alguien juegue al golf lo bien que vais a atinar en la canasta. Enhorabuena, Brones, nos vemos la semana que viene.